Entre 1980 al 2000, el Perú vivió una de las épocas de violencia más nefastas a lo largo de su vida republicana. Fue quizás la mayor, ya que producto de la irracionalidad, el fanatismo y la intolerancia de esa época se contó con la muerte de casi 70,000 vidas humanas. Vidas que según la comisión de la verdad, correspondían mayoritariamente a pobladores de la zonas rurales (79%), que en gran medida eran productores agropecuarios y con un grado de instrucción inferior al quinto de secundaria. La evaluación final, por los distintos ángulos de donde se le mire, señala que la generación de esa época fue una de las más castigadas de la historia, no por el olvido sino por la idea de violencia que se ensaño con ellos.